Una película al día #63: “Rocknrolla” (2008)

[ por: Andrés Daly ]

Londres está cambiando. Guy Ritchie no, pero no importa. El director de «Lock, Stock y dos armas humeantes» (1998) y «Snatch» (2000) vuelve aquí a su género favorito, y a uno de los míos también, el de gángsters. Esta vez, el negocio es inmobiliario y Londres, como no, es una de las ciudades del mundo donde se mueve una mayor cantidad de dinero por este concepto; y donde un grupo de personajes van a tratar de llenar sus billeteras con él, de la forma más ilegal, astuta y rápida posible. O eso es lo que creen.

Una pandilla llamada «The Wild Bunch», como la película del mismo nombre y calibre ilimitado de Sam Peckinpah, son los peces chicos. Integrada por One Two (el espartano Gerard Butler), Mumbles, Mickey y Handome Bob; intentan recuperar el dinero perdido en una estafa que, sin saberlo, les ha hecho uno de los peces gordos de la ciudad, el despiadado Lenny Cole (Tom Wilkinson); seguido como siempre por su mano derecha Archy (Mark Strong, el narrador de esta historia).

Créditos con estilo
Londres: grúas por todos lados
Los peces gordos en el estadio

Después de recuperar el dinero, la pandilla continúa en una racha ganadora de golpes informados por Stella (Thandie Newton), una codiciosa contadora que estafa a su jefe ruso, el acaudalado y no menos gangsteril Uri Omovich (Karl Roden), el cual intenta hacer un negocio con Lenny Cole. A la mezcla agréguese un cantante «rocknrolla» (concepto que explican en el primer minuto del film) llamado Johnny Quid y que todos creen muerto, pero que robará, sin querer, algo muy importante; sus dos perdidos managers, un par de rusos psicópatas, cientos de locaciones en Londres, y un buen número de traiciones y doble traiciones, una banda de sonido ondera y varios whip-pans (cuando la cámara panea tan rápido que se ve borroso entre una escena otra) característicos de Ritchie, todo para tener al final un más que entretenido resultado.

Inteligente película de robos al alero de un Londres histórico vs. un Londres moderno (que más bien parece Chicago o Nueva York), donde las historias se entrelazan bajo la cámara y el guión de un director a gusto en su mejor territorio.

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