Dossier Stanley Kubrick: Lolita

How did they ever make a movie of Lolita?

[ por: Constanza Khamis ]

Es el slogan que se utilizó y se ve junto a la cara de Sue Lyon con unos infantiles anteojos en forma de corazón. Estamos hablando del año 1962 y de uno de los estrenos más escandalosos de su tiempo, y tal vez de los nuestros también. Ligas cristianas, consejos de censura, incluso algunos gobiernos lograron vetar la historia en muchos lugares, pero esto, como generalmente sucede, no hace más que jugar a favor de la publicidad.

La película de Stanley Kubrick no causó menos polémica que la novela de Vladimir Nabokov publicada unos pocos años antes, y que el director no tardó en adaptar para el cine codo a codo con el novelista. Un respetable profesor universitario enamorado de una “nínfula”, como el mismo Humbert Humbert la describe. Una hermosa niña de 14 años, que juega y se columpia entre la inocencia de lo que le queda de infancia y la sensualidad de la que está demasiado consciente para sus 14 años.

Los créditos iniciales se presentan junto a la imagen de las uñas del pie de una jovencita siendo pintadas por un hombre adulto. El tono erótico de la película es innegable desde el comienzo. El nombre de la niña, repetido lentamente por Humbert: Lo-li-ta. De a poco se van entregando imágenes más que sugerentes y que anticipan las innumerables escenas y frases de doble sentido que se aproximan, y que a pesar de no ser textuales, no tendremos muchos problemas en descifrar.

Lolita

Why don’t we play a game?

Humbert

A game? Come on. No, you get on to room service at once.

Lolita

No, really. I learned some real good games in camp. One in «particularly» was fun.

Humbert

Well, why don’t you describe this one in «particularly» good game?

Lolita

Well, I played it with Charlie.

Humbert

Charlie? Who’s he?

Lolita

Charlie? He’s that guy you met in the office.

Humbert

You mean that boy? You and he?

Lolita

Yeah. You sure you can’t guess what game I’m talking about?

Humbert

I’m not a very good guesser.

En la película no hay ningún episodio realmente explícito. Y así es como lograron llevar la libidinosa historia escrita a la pantalla grande. La primera escena, la de las uñas, repetida más adelante, es quizás el mayor contacto físico en pantalla entre Lolita y Humbert. No hay nada que vaya más allá de la sugerencia de que algo más subido de tono sucede cuando no estamos mirando. Y claro, eso era lo que se buscaba en una época donde el código Hayes podía dejar una película sin público por mostrar más de lo necesario.

Lolita está construida -más por evitar la censura que por opción de los autores- en base a insinuaciones. Al no ser evidente, el límite entre una relación de amor incorrecta y algo tan crudo como la pedofilia no quedan bien definidos. Humbert termina por dar pena, y casi se entiende su comportamiento frente a la provocadora actitud de Lolita, capaz de manipular a su padrastro por medio de su cándido erotismo.

El juicio moral del resto de los personajes, y las situaciones poco honestas e incómodas en las que el profesor se coloca para poder estar con la niña (casarse con su insufrible madre, o fingir ser su padre) son lo que nos hace recordar que la obsesión de Humbert Humbert está bastante lejos de ser sana, y es derechamente una patología, una obsesión llena de celos y una posesividad que nunca deja de rayar en lo agresivo, y que comienza a asustar bastante tarde en la historia, casi al final.

La suma de personajes más livianos, incluso cómicos, apaciguan el tono de esta historia que podría haberse convertido en algo demasiado oscuro e intragable. En la primera mitad es Charlotte, la madre, brillantemente interpretada por Shelley Winters; una mujer arribista, decadente e insatisfecha, la que logra otorgar el toque cómico establecer la extraña situación que se da entre los tres personajes. Como sucede en la escena del autocine, donde madre e hija terminan de la mano por intentar tomar la de Humbert.

Pero el tono irónico y quizás más destacable está dado por el comediante Peter Sellers, que interpreta a Clare Quilty, el segundo escritor y aprovechador en la historia, que escuda su vocación hacia la pornografía en el arte. Sellers logra agregar un tono de comedia, bastante oscuro por cierto, y genio a través de sus múltiples y creativas apariciones que pretenden acercarse a Lolita distrayendo ingeniosamente a su padrastro y a veces al espectador. Su asesinato es la escena que abre la historia, pero es en la segunda mitad, luego de la muerte de Charlotte, cuando su papel cobra mayor relevancia, al ser casi la única cuota de humor en una historia que, en su temática central, no tiene nada de divertida, y que Stanley Kubrick fue capaz de exponer casi a la perfección a pesar de la censura.

*Este artículo es parte del Dossier #2: Stanley Kubrick [ febrero 2011 ]

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