Una película al día #193 «The Mummy» (1932)

Amor atemporal

[ por: Andrés Daly ]


Tercera película de la semana, con interesantes conexiones entre esta y las anteriores, todas producidas en el mismo estudio, Universal, que estaba entonces bajo el alero de su fundador, Carl Laemmle. En primer lugar, lo más evidente, tenemos de vuelta al actor Boris Karloff, nuestro Frankenstein del año anterior, ahora en el papel de sacerdote Imhotep, maldito, momificado y luego vuelto a la vida, accidental y estúpidamente, por el más joven de un trío de arqueólogos británicos, que trabajan para el British Museum saqueando despiadadamente explorando Egipto en los años 20’s.
Karl Freund, posando para los libros sobre cine

En segundo lugar, tenemos a Karl Freund, el director de fotografía -no acreditado- de Dracula, realizada dos años antes, y que está ahora detrás de la cámara como director. Mi cabeza aún no puede comprender (realmente, me perturba) como este notable director de fotografía con una carrera de 150 películas detrás de los lentes, entre ellas esos dos monumentos de Cine y Arquitectura llamados Metrópolis de Fritz Lang (en la que trabajó apenas cinco años antes que La Momia) y Berlín: Sinfonía de la Ciudad, de Walter Ruttman (sí, ¡el mismo hombre detrás de ambas!: genio) es además, me entero y quedo totalmente estupefacto, el creador del sistema de iluminación que permite la grabación a tres cámaras de las típicas sitcom que seguimos viendo hasta el día de hoy en canales como Warner, Sony, etc. Así es, el mismo director de fotografía de Metrópolis es en cierta forma el padre de Friends, Two and a Half Men y The Big Bang Theory. Plop. Karl Freund estuvo detrás de las cámaras de series de televisión de los años 50’s como la exitosa I Love Lucy (Yo amo a Lucy, 1953-1956), Our Miss Brooks, December Bride y Willy, creando un sistema de luces que permitió grabar los episodios de las series a tres cámaras, con una audiencia en vivo, sin tener que cambiar la iluminación entre una cámara y otra, prácticamente sin sombras y creando continuidad entre planos. Gracias, Freund.

Boris Karloff como La Momia: el poder está en la mirada.
Hora de volverse loco, arqueólogo de pacotilla.
Tercera conexión, y esta, no se por qué, es la que me parece realmente la más insólita, es la de los tres doctores que el actor Edward Van Sloan representa en las tres películas. Sloan se enfrenta sin miedo al mismo Dracula (1931) como el Doctor Van Helsing, le pega un par de buenos porrazos a Frankenstein (1931) como el Dr. Waldman, y aquí es el científico experto en ocultismo y egiptología que pronto se da cuenta quien es verdaderamente La Momia (1932). Edward  Van Sloan, viejo cazador de monstruos: un duro de matar.


Sloan vs. Dracula
Sloan vs. Frankenstein
Sloan vs. La Momia
La Momia, para mi sorpresa, es básicamente una historia de amor de 5000 años, o algo por el estilo. Imhotep (Boris Karloff) pierde el amor de su vida, la Princesa Ankh-es-en-amon (Zita Johann). Indignado por el cruel destino, Imhotep decide encontrar una forma de traer el alma de la princesa desde los muertos, robando para ello un secreto pergamino de un templo egipcio, que le permitiría invocar el hechizo. Su plan fracasa y como castigo lo momifican vivo, convenientemente para efectos de la trama, cerca del pergamino. Varios miles de años después, el hombre vuelve a la vida gracias a la maldición y la imprudencia científica, como contaba antes, a comienzos de la década de 1920. Ya que ha esperado tantos miles de años, Imhotep decide esperar una década más (?). La película salta a comienzo de 1930 y, afortunadamente, la hija de uno de los arqueólogos hoy ya se parece bastante a la fallecida princesa Ankh-es-en-amon. Cuando Helen Grosvenor (Zita Johann, otra vez) y Boris Karloff se (re)encuentran, love is in the air, again.


Ahí está mi novia.
La Momia tiene buen gusto.
Helen Grosvenor (Zita Johann) en el mejor restaurante en el centro del Cairo, con vista simultánea al resto de la ciudad y a las pirámides (?).
Revuelve, lacayo.
Lo que sigue es, bueno, lo típico. ¿Cómo detener a La Momia? ¿qué debe hacer Imhotep para convertir a Grosvenor definitivamente en la que fuese su viejo amor? ¿qué va a pasar con el galán de turno -que besa apasionadamente a Grosvenor a los cuatro minutos de haberla conocido; lo que es, prácticamente, un ponceo- cuando La Momia lo quiera quitar, con celos, de su camino? y ¿pueden las momias mostrarles el pasado a sus novias reencarnadas, a través de un espejo con forma de televisor? (sí, pueden). Eso, y claro, ver como el viejo Edward Van Sloan, sale nuevamente sin rasguños frente a otro de los monstruos clásicos de Universal, listo para enfrentarse al próximo.


 

Notable efecto, pre-Indiana Jones y la Última Cruzada.

 

La nota alta, como ya parece costumbre, está en la cinematografía; esta vez, nuestro director de fotografía convertido en director, Freund, tiene como cinematógrafo a Charles J.Stumar (Werewolf in London, The Raven), otro buen artista, muy hábil en el género. En el diseño de producción, no acreditado, está Willy Pogany, el mismo que después construyera las fantasías de Busby Berkeley en Dames (1934), dos años después de esta producción.
Este visionado me hizo olvidar casi por completo ese mamarracho de mismo título, protagonizado por Brendan Fraser en 1999.



PD. Mañana, sigo con otra de James Whale :), Old Dark House (1932).


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