Dossier Joel & Ethan Coen: Fargo

El error como esencia de la humanidad

[ por: Micheell Toledo V. ]

Recuerdo haber visto “Fargo” por primera vez cuando tenía 11 años. En verdad, no la entendí mucho; también me aburrí bastante. Tiempo después, alrededor de los 18, volví a verla cuando me interesé por revisar la filmografía de los Coen y la encontré muy atrayente. Luego, la vi un par de veces más, encontrando un nuevo sentido a esta realización, y que tiene que ver casi con una tesis sobre el comportamiento humano: el error.

Porque “Fargo” al fin de cuentas se trata sobre un hombre (hombres) que lo hace todo mal. Contrata a dos delincuentes bastante despreocupados para que secuestren a su propia esposa. Todos los acontecimientos desde la primera secuencia son meras equivocaciones. Y ése es el destino de los personajes en la historia; una tragedia como aquellas inmortales shakesperianas, en donde sabemos que todo saldrá mal desde el comienzo, pero no porque las circunstancias lo ameriten de ésa manera, sino que por las mismas decisiones de los personajes (y que es finalmente lo que crea una buena tragedia). Para Jerry Lundegaard (William H. Macy) la vida podría ser color de rosa. Pero es su innegable patetismo y desbordante estupidez lo que lo transportan a través del relato generando nada más que problemas para sí mismo y sus cercanos.

Jerry Lundegaard

La vida en Minnesota, como se muestra en la narración, es de una candidez un poco extraña, donde todo el mundo es amable dentro de un mundo que parece realmente hostil. La nieve, el frío, la inmensa vastedad de la nada construyen un lugar complejo, repleto de situaciones duras que se transforman en sátiras de la propia idiosincrasia de los personajes. El estilo de vida que lleva la policía local Marge Gunderson (Frances McDormand) es bastante típica y rutinaria. Está embarazada, su esposo es un pintor que aspira a un concurso donde su trabajo saldrá en las estampillas locales del correo. Lo más emocionante que vive ella son las circunstancias del asesinato impuesto por los delincuentes contratados por Jerry (Steve Buscemi y Peter Stormare) y que cambian de alguna manera la fisionomía policial del lugar, pero aunque queramos creerlo de esta manera, no funciona así. La ciudad sigue siendo tan tranquila como siempre, no hay alteraciones por lo asesinatos a pesar de que la noticia se haya filtrado, es como si nada en realidad estuviese pasando, porque el estado del lugar es inalterable. Y pareciera funcionarles a la perfección.

Es entonces que a modo de comedia negra, los Coen se permiten nuevamente (con su tono tan característico) burlarse de aquella idiosincrasia, reírse de los errores cometidos por sus personajes, poniéndonos en situaciones incómodas que mezclan asesinatos en clave de sátira, en donde no sabemos si reírnos o sufrir. Los motivos que mueven la historia parecieran no ser reales, pero es a causa de ése particular tono oscuro que se cubre con una capa de cinismo extravagante, del que lamentablemente no existe escapatoria. No en Fargo por lo menos.

Marge Gunderson

Hacia el final de la película, dentro de una patrulla, Marge habla con uno de los secuestradores atrapado en el asiento posterior. A modo de resumen, retoma los ítems principales sobre el caso y queda atrapada en el sinsentido de las acciones, en la motivación de estos hombres y sus constantes equivocaciones. Ella toma un poco de aire y le dice que simplemente no lo entiende. Para Marge, sin duda alguna, dentro de la tranquilidad y cotidianeidad segura de su vida, no puede comprender la criminalidad, no puede aceptar la muerte de 6 personas por un poco de dinero. No puede entender que cada acción que realizamos en la vida está precedida por algún error, por variadas equivocaciones que nos llevan de alguna u otra forma a tener que aceptar nuestra condición como verdaderos seres humanos. Reflexión que se verá sostenida de gran manera años después con “No country for old men”, en donde el sheriff Tom Bell simplemente no entiende a lo que se está enfrentando. Pero a diferencia de aquella cinta, “Fargo” es una demostración de las imperfecciones del ser humano, de sus cualidades inherentes a un patetismo desbordante, en donde cualquier de nosotros podría caer. Sin duda alguna, uno de los trabajos más interesantes de esta dupla que se encargan de apuntar con el dedo para recordarnos lo imperfectos que somos, y lo equivocado que podemos llegar a estar. Porque al fin de cuentas, errar es parte de la condición humana.

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