Schlock (John Landis) y la mujer (un poco) ciega.

Schlock (1973)

Cuando John Landis cumplió 23 años de edad, ya había sido un doble de acción en seis películas -una de ellas, nada menos, fue «El Bueno, El Malo y el Feo» (1966) de Sergio Leone- había sido asistente de director en «Kelly’s Heroes» (la película bélica de 1970 con Clint Eastwood y Telly Savalas), y acababa de escribir y dirigir su primer largometraje, «Schlock».

Landis es uno de esos directores de esa generación, que, hoy con poco más de 60 años de edad, uno lee que entraron a Hollywood por la puerta de atrás, disfrazados de delivery boys, usando el dinero que ganaban para irse a trabajar en una película en Europa o que, como un también joven Steven Spielberg en su momento, entraron un día a un Movie Studio descaradamente, se apropiaron de una oficinita en un rincón y empezaron a rodearse de grandes directores, visitar sus sets y empaparse del cine, ahí, en vivo y en directo.

I worked on some pirates movies, all kind of movies. French foreign movies. I worked on a movie called Red Sun where Toshiro Mifune kills me, puts a sword through me. (…) I worked as a stunt guy. I worked as a dialogue coach. I worked as an actor. I worked as a production assistant. – John Landis

El cine de John Landis es, primero y antes que nada, para mí, tres películas. En primer lugar, «The Blues Brothers» (1980), una comedia musical inolvidable que me repito cada cierto tiempo y que, como la primera vez que la vi, varias veces en un Betamax -se me cayó el carnet- con los ojos desorbitados del niño que fui, no deja de seguir sorprendiéndome el nivel de compromiso de su visión, la locura y el exceso general de todo en ella, los dos protagonistas y la mitología a su alrededor, sus chistes disparatados, su galería de personajes como para alimentar seis películas y las canciones de unos astros que, por entonces, estaban olvidados. En segundo lugar, el cine de John Landis es «Un hombre lobo americano en Londres» (1981): otra vez este humor cándido mezclado ahora con uno negro -negrísimo esta vez- y la historia de un moderno homenaje al horror y la muerte, al mito del Lobo, y por cercanía, de paso a los monstruos de antaño que como Drácula, El Hombre Lobo, La Momia, El Hombre Invisible o Frankenstein se apoderaron de nuestra imaginación, para siempre. En tercer lugar, el cine de John Landis es una película que es, en realidad, un videoclip: «Thriller» (1983) de Michael Jackson. ¿Hay algo que no se haya escrito de esa pequeña gran obra maestra?.

Pero siempre hay un vacío en las filmografías que uno sigue (sí, soy de esos) y aquí va la continuación de la columna más errática e inestable de 35 milímetros, Una película al día, con algunas películas de Landis que me perdí; la visita de algunas que no veo hace siglos, como «Tres Amigos» (de la que también tengo recuerdos de infancia) y luego de eso… pues ya veremos.

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La sensibilidad del periodismo televisivo.
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Cartoon Cartoons
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Reaction shots, everywhere
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La llegada de Schlock
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Schlock va al cine
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Viendo «The Blob»
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A la Frankenstein
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Bananas
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Amor Simio
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Charles Chaplin, sacúdete en tu cripta

Schlock, el primer largometraje de uno de nuestros locos favoritos (otro de ellos es Terry Gilliam, por supuesto) cuenta la historia del eslabón perdido que le da el nombre a la película, un simio humanoide que decide salir de la caverna en que vive para aterrorizar y/o pasar desapercibido (porque la película no se decide en sus efectos sobre la gente) en un suburbio norteamericano: sus barrios y hogares, sus plazas, una fiesta local, un bar y, en el último fragmento, el cine del pueblo, mientras en él se proyecta «La Mancha Voraz» (The Blob, 1958), con Steve McQueen.

Como a John Landis no le basta con escribir y dirigir, lo tenemos adentro del traje del simio (creado por un joven Rick Baker) durante toda la película: ¿habrá algún debut parecido de un cineasta?. Landis le da vida a este extraño simio que sabe tocar el piano, se enamora de una mujer momentáneamente ciega que lo confunde, inexplicablemente, con un perro. En un cine, no sólo se sienta a ver la película, sino que sale de ella un segundo para ayudar a llevar a un niño al baño (?), come popcorn y, claro, se enoja con esos seres humanos que no le dejan ver la pantalla de cine. Tan inocuo tampoco es este simio, pues al comienzo de la película ha asesinado brutalmente con sus manos a una veintena de personas.

Con evidentes referencias a 2001: Odisea del Espacio (Schlock lanza un hueso al aire, pero para romper la vitrina de una tienda de plátanos, con cámara lenta y música de Richard Strauss incluída), Frankenstein (la escena de Schlock con la niña junto a una laguna), Luces de la Ciudad (el amor de la ciega por el vagabundo), King Kong (el guión incluye la famosa frase de 1933, «It was beauty who killed the beast») la película tiene, claramente, un gusto por el Cine B, los bajos presupuestos y los gags absurdos.

«Schlock», hoy en día, está bien para pasar el rato -y rascarse la cabeza con algunas bromas sacadas de las caricaturas- pero no para pedirle mucho a un joven cineasta que está a menos de una década de distancia para dejar tres huellas imborrables en el mundo del cine y la música.

P.S. John Landis estuvo de invitado en el podcast de Kevin Pollack, uno de esos podcasts que no se pueden dejar de oír. Una conversación fantástica e infaltable para cualquier cinéfilo, que le guste o no la carrera del director del fatídico episodio de «Twilight Zone», pues Landis cuenta, mas bien, todo aquello que tiene que ver con su pasión por el cine, su extraña carrera, sus almuerzos con Alfred Hitchcock (!), su trabajo creativo con ese genio/ser bizarro/extraterrestre llamado Michael Jackson en Thriller, entre muchas, muchas otras anécdotas. Va aquí abajo.

Kevin Pollack’s Chat Show