La piel que habito (2011, Pedro Almodóvar)

[ por: Luis Felipe Zúñiga ]

Lejos de habitar la suspensiva atmósfera de los filmes de Hitchcock, como sentido homenaje a uno de sus maestros, Almodóvar expone aquí la más clara y directa de sus apologías al travestismo, el transgénero y la transexualidad, tema recurrente en su filmografía, abordado en esta ocasión desde una historia predecible y gruesa en sus capas de lectura. A pesar de la delicadeza con que las imágenes se adhieren unas sobre otras, el resultado no es más que una áspera superficie callosa imposible de penetrar. El manchego adaptó la novela Tarántula, del francés Thierry Jonquet, acerca de un sórdido cirujano plástico que experimenta con uno de sus pacientes trasgrediendo las normas de la bioética, en el que es uno de los pocos trabajos no originales que llevan su rúbrica. Almodóvar, así, mora un mundo que no es del todo suyo, una dermis ajena que frena su autenticidad. Quizá es su declaración de principios: es un simple cinéfilo atrapado en el cuerpo de un afamado cineasta.

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