A shot in the dark

Jacques Closeau lo hizo de nuevo!

[ por: Micheell Toledo V. ]

Acostumbrados ya a la imagen de Peter Sellers como el mayor artífice icónico de la carrera de Blake Edwards, el gran personaje de Jacques Closeau – mejor conocido como La Pantera Rosa – trae en esta película una deliciosa manera de ver la asociación crimen/motivo. Y es que es desde el comienzo, la definición de quién es quién es un tanto confusa. Con un gran plano secuencia (montado en fundido con otros) la cámara se mueve por una grúa de manera eficaz, deslizándose como un testigo de las acciones – tal como los ojos de Stewart en “La ventana indiscreta” o como el comienzo de “Mon oncle” del siempre citado Jacques Tati – entre las ventanas de una mansión, donde los empleados y dueños van de una habitación a otra; donde todos los participantes se disponen a ser infieles. La tónica entonces de esta investigación está ligada estrictamente a la necesidad de la búsqueda del amor, y el inspector Closeau no está lejos de esa manifestación. Es ahí, entre tanto amor y engaño desorbitado que ocurre lo inesperado (o tal vez esperado): alguien dispara y otro muere.

Closeau comienza la investigación.

Closeau es el elegido para resolver el caso por medio de un error de asignación, y como es de esperar, nos veremos enfrentados ante una sucesión de catastróficos hechos equivocados por parte del siempre desacertado inspector. Cuando todo apunta a que María Gambrelli es la culpable del asesinato por ser encontrada con el arma en la mano, Closeau defiende su condición de sospechosa e inocente hasta que se demuestre lo contario, pero no se cuenta con que las actitudes equivocadas del inspector no siempre están ligadas a su ineptitud como policía o a su gran eslogan: “sospecho de todos, pero no sospecho de nadie”, sino que al amor que ha comenzado a sentir desde la primera vez que vio a la mujer. Esta tendencia amorosa llegará hasta el punto en que la liberará tres veces de la cárcel, presumiendo su inocencia.

Lo acertado de la narración está enlazado con un acondicionamiento de la trama de Closeau, en donde su principal objetivo es resolver el caso. Luego estos objetivos mutan en relación a su entorno, como por ejemplo, con el inspector Dreyfus: el objetivo de Closeau (inconsciente) es hacerle la vida imposible. El objetivo para con Benjamin Ballon es ser el detective inepto que no sea capaz de encontrar las respuestas para encubrir los asesinatos que se van sucediendo… y así sucesivamente. Esto se ve reflejado con una de las mejores frases de la película, cuando el teniente Dreyfus grita a los cuatro vientos: “Si tuviera diez hombres como Closeau podría destruir al mundo.” No hay verdad más real que ésta.

Porque eso es lo que representa Sellers con su personaje, una idea de caos dentro de un mundo que aparentemente se presenta como único, como un estándar de idealizaciones y centralizaciones que aplican a un estilo de vida que debe ser rígido, de un solo camino. Closeau destruye estos estamentos por medio de su aguda torpeza e infantil ingenuidad, llevando a todos los personajes que son parte de un sistema, a salirse de éste o caer simplemente en su juego.

La necesidad de pertenecer a un sistema es esencial dentro del cine de Edwards (cómo se puede ver en The Party), tomando en cuenta que la sociedad que habitamos está constituida por estas pertenencias a grupos específicos. Esto se ve reforzado no sólo por el caos que presenta el personaje de Closeau, sino que también por su estilo de vida, solitario y apartado de algunos estratos sociales. Su visión de mundo es tan distinta a la del resto que no le queda más que simplemente actuar de manera diferente, siendo visto por los ojos de todo el mundo como alguien que no pertenece.

Y es justamente ésa visión lo que lo lleva a observar lo que otros no son capaces de hacerlo. De una manera u otra, logra dar con el asesino, y no sólo con uno, con varios,  logrando descubrir las mentiras y los artificios de una ciudadanía en decadencia, que aún no está lista para enfrentarse a una humanidad tan transparente y correcta. De esta manera, Closeau lo logra de nuevo: soluciona el crimen, se queda con la chica y deja en evidencia los paños sucios de una sociedad cínica y obsesa.

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