Días de luz y sombra: Jone, a veces

Hace un buen tiempo que no veía una película que me recordara esos hermosos retratos tan auténticos -fragmentos imperfectos de una vida- hechos por los Hermanos Dardenne o Richard Linklater; una película que tuviera una mirada observadora, certera y llena de verosimilitud, que supiera combinar la alegría explosiva de la juventud con las dificultades y tristezas de la vida, esas que pueden caerte de golpe y obligarte a madurar a paso rápido.

Jone (Olaia Aguayo), una joven y alegre mujer de 20 años; vive con su hermana pequeña, Marta, y su querido padre Aita (Josean Bengoetxea). El padre, a los mediados de sus 50’s, lamentablemente está empezando a manifestar los inicios de un parkinson cada vez más preocupante, que le inhabilita de trabajar y hacer las cosas más mundanas en el día a día, para el cuidado de sus dos hijas. Comprensiblemente frustrado y enojado con su enfermedad cada vez más represiva, sin embargo, intenta expresar su cariño con sus hijas. Mientras el padre sabe que debe ordenar las cosas antes de que el tiempo no se lo permita, sus hijas sostienen como pueden a su padre mientras viven sus propias vidas: preocupadas de una pijamada o un nuevo color de cabello (Marta), como de las fiestas de la semana de Bilbao en las que Jone quiere trabajar/festejar con sus amigas y amigos.

La madre de las niñas falleció hace ya varios años: ella es una presencia que sólo vive en el archivo -capturada en viejos recuerdos de cámaras digitales- que aparecen principalmente al inicio de la película, como lo fue también la presencia de la madre, al inicio de las vidas de las niñas. Aunque Jone aún no lo quiera aceptar y procesar del todo, las nubes se ven muy negras en el horizonte para su familia. Su padre, desorientado mentalmente por momentos y ya físicamente incapaz de sostener, por ejemplo, una jarra con agua, comience a desvanecerse en su enfermedad. Es especialmente bonito como el padre se preocupa por rescatar de los recuerdos cajas de archivos fotográficos y textos de su diario, para recordar él mismo y recordarles a sus hijas, esas memorias tan preciadas.

Aquí es cuando Jone, a veces (2025), escrita por su directora Sara Fantova junto a Nuria Dunjó y Nuria Martín Esteban, sabe lo importante que es contrastar ese duro momento de Jone con la alegría explosiva de la fiesta, de lo importante que es celebrar la vida con los amigos, de atreverse a expresarse y encontrar cruces con otras personas que pueden ser, quizás, un gran amor. Así, entre dificultades cotidianas y fiestas nocturnas, Jone conoce a Olga (Ainhoa Artetxe), una mujer un poquito mayor que ella, garzona de uno de los bares improvisados de la plaza, donde todos celebran en las calles.

Es un acierto enorme de la película el no darle ninguna relevancia mayor a que este sea un amor LGBTIQ+; es decir, en este coming of age no hay escenas traumáticas de salidas del closet, discusiones ni menos dudas, sino que el guión plantea inteligentemente, principalmente a través de sus acciones que la atracción de Jone y Olga es simplemente eso, una posible relación futura de dos personas que se cruzan en una fiesta. Cada persona en un viaje distinto, momentáneamente encontradas en una intersección. No está puesto el acento en quién ama Jone y de que género este sea, sino que está colocado en qué significa este nuevo sentimiento para Jone, al ser simultáneo al momento tan difícil que vive en el interior de su hogar. Un interior de dolor, que no comparte realmente con nadie, y un exterior de alegría y posibilidades de la vida. Pero ¿es este un posible amor o es únicamente un escape temporal de su realidad?. 

Una película para ponerle muchísimo ojo a los talentos del equipo involucrado, especialmente a su directora Sara Fantova, después de esta, su opera prima.

 

La vi durante el Festival SANFIC21, que se desarrolla en Santiago de Chile durante el 17 al 24 de agosto de 2025.

Días de luz y sombra: Jone, a veces
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