The Smashing Machine, dirigida por Benny Safdie y galardonada con el León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Cine de Venecia, se basa en hechos reales y narra la historia del exluchador de UFC Mark Kerr (Dwayne Johnson). En el centro de la película está la amistad en medio de una despiadada competición de artes marciales mixtas. Los pioneros de este deporte competían en una época con casi ninguna regla y premios económicos limitados, por lo que la motivación de arriesgar la salud y la vida, e incluso lidiar con la dependencia de medicamentos, se presenta de forma comprensible, aunque también crítica.

La película muestra no solo la dureza física del deporte, sino también su dimensión humana: relaciones, amistad, lealtad, vulnerabilidad y la constante tensión entre la ambición personal y la autoprotección. Destaca la actuación de Emily Blunt en el papel de la novia de Kerr, que refleja magistralmente las tensiones emocionales y los sacrificios personales. Impresiona también la manera en que Safdie retrata las dos caras de la competencia: mientras Kerr y sus rivales, incluido su amigo cercano Mark Coleman (Ryan Bader), lo dan todo en el ring, fuera de él existe un sorprendente respeto y una camaradería mutua.
El título, The Smashing Machine, resume a la perfección esta dualidad: evoca imágenes de fuerza, violencia y dominio, pero al mismo tiempo nos recuerda que la fortaleza física no garantiza invulnerabilidad emocional. Incluso quienes parecen los más fuertes enfrentan su vulnerabilidad; nuestros héroes son, al fin y al cabo, tan humanos como todos nosotros.
Además, la película sorprende al preparar al público para un final esperado que, de manera inesperada, no llega. Este juego narrativo con las expectativas refuerza el impacto emocional y la autenticidad de la historia, que explora los altibajos y los límites humanos.