De la promesa a la tragedia: Lo que trajo la marea

No hay peor decepción en el cine que una película que comienza de forma prometedora y termina descarrilándose catastróficamente en su tercer acto. Peor aún, luego del visionado, esa tragedia pasó a tomar tintes de apocalipsis creativo cuando su director, Patricio Valladares, presente en la exhibición, decidió explicar a la audiencia cómo es que escribió el argumento de su largometraje.

Pero partamos desde el comienzo.

“Lo que trajo la marea” (2025) cuenta la historia de dos hermanas, Clara (María Jesús Marcone) y Martina (Luna Martínez), que viajan en auto a la playa de Cobquecura -donde fueron muy felices durante su infancia- para dejar, en sus aguas, las cenizas de su recientemente fallecida madre. Con el ánfora en los brazos y la pena a cuestas, las hermanas recorren el cementerio donde se encuentra su abuelo y se toman una fotografía.

¿Cuándo más vamos a estar los cuatro juntos?

Luego de llegar a la orilla y esparcir las cenizas, las hermanas no tardan en sacar los trapos al -inexistente- sol. Sentadas en la arena frente al mar invernal y las inmensas rocas, Martina, la hermana menor, descarga su enojo contra su hermana mayor Clara, que nunca quiso afrontar la gravedad de la enfermedad de su madre (“no pensé que se iba a morir”) y dejó sus cuidados únicamente en sus manos. Clara vivía en Londres y estaba ensimismada en sus propios problemas. Hasta aquí, Valladares y el duo protagónico han fabricado un drama sostenido no sólo en la atmósfera invernal, de fotografía prácticamente desprovista de color y vida (similar al proceso de duelo de las hermanas), sino que principalmente en las actuaciones y contrastes entre ambos personajes. Se sostiene en los diálogos y gestos que giran en torno a la forma en que fueron (o no) capaces de afrontar algo tan doloroso como la enfermedad y la pérdida de su mamá, que escuchamos intermitentemente a través de audios enviados anteriormente. Es un duelo que se desenvuelve sin filtro, por fin, y que revela las complejidades de las relaciones entre hermanos, cuando la memoria de su niñez y su madurez como adultos se van intercalando.

Cuando Clara insiste, improvisadamente, que ambas se metan al mar en su ropa interior -en un mar que parece bastante tormentoso y apto solo para pingüinos; por lo demás en una secuencia que se detiene innecesariamente en sus cuerpos, me parece- una nueva tragedia llega a la historia de estas dos hermanas, que son tan distintas.

Prosigo, pero con spoilers, porque no es posible completar la crítica sin ello. La corriente marina lamentablemente se lleva a Martina. El dolor y la culpa -infinita, ¿cómo te sentirías si tu idea impulsiva mata accidentalmente a tu hermana?- se amplifica en el rostro de Clara, que grita desesperada en la orilla y llama a quien pueda ayudarla a salvar a su hermana de este trágico y evitable accidente. Con realismo, quienes contestan su llamado telefónico están más enfocados en la recuperación de un cuerpo que de salvar a nadie. 

Desde este punto climático, bastante angustiante, Lo que trajo la marea ya ha sembrado una resolución intensa. Pero lo que sigue es un apresurado, pobre y destartalado cierre: cuando Martina reaparece, inexplicable e imposiblemente viva -aunque muy aturdida- dentro de una «catedral de piedra» (como se le llama popularmente a una gran formación rocosa ahuecada en la playa), la película plantea que esta “Martina” no es realmente su hermana, sino que un espíritu maligno que ha llegado desde el mar, usando la forma física de la fallecida mujer.

Lo que trajo la marea intenta pegar desde este momento, sin mucho éxito, dos películas disímiles una junto a otra: un drama íntimo respetablemente desarrollado entre la pena de dos mujeres diferentes, pero unidas por la sangre y una película de espíritus malignos asesinos que no tiene ni un desarrollo que pueda considerarse mínimo, de un suspenso inexistente y sin un clímax que le haga justicia a la historia previa.

De forma torpe, la película incluye un asesinato de un tercer personaje en sus últimos minutos, el de un hombre que poca importancia podría tener para el espectador (pues este personaje ha sido tan solo una voz al otro lado del teléfono, de diálogos bastante básicos), matándolo «Martina» con un sonido de voz en off que está a tres pasos del grito Willhelm y una especie de sonido de stock que parece un crujido de apio. Este hombre va a la cabaña donde se alojan las hermanas para ¿insistirle a Clara que su hermana está muerta? ¿volver a mostrarle la foto que ya le mandó por teléfono?; sí, la del cadáver de su hermana Martina en la playa (¿pero quién diablos haría esto, en primer lugar?) o ¿para ver con sus propios ojos a esta otra Martina que no es Martina?. Así como no lo vimos nunca -una sombra en el suelo- nunca lo sabremos. 

Si bien se aplaude que un festival como SANFIC otorgue espacio a películas chilenas de género como el terror -o cortometrajes de ciencia ficción que, por ejemplo, pude ver ayer- pues este es un género que fascina al público en la cartelera mundial (y me incluyo: ¡cómo gocé con “28 años después«, «Bring her back” y “Weapons” en el cine, grandes películas de este año!) me sorprende una resolución tan francamente amateur -en todo aspecto- para un director chileno que, por lo que leo de su filmografía, realizada principalmente en los Estados Unidos (con cara de cine independiente, de Cine B, por lo que proyectan sus carátulas en Letterboxd) consta que ha hecho una carrera de veinte años en el terror, algo de no poco esfuerzo, con más de una veintena de obras a su haber. No era tan descabellado, en el papel, unir ambos géneros y podría haber sido una idea interesante, pero se requiere un desarrollo bastante más fino para poder ejecutar bien esta ambición en sus últimos minutos. Con el mismo bajo presupuesto, sí, pero con ideas.

 

El Apocalipsis Creativo

Ya estando bastante decepcionado con este final express, escucho a alguien de la audiencia que le pregunta al director, acompañado también de las dos actrices en la exhibición, cómo escribió el guión. Si bien Valladares mencionó que esta playa la conoce muy bien, pues es parte de su pasado y está familiarizado con la historia de ahogados en el lugar, el director enfatizaba principalmente su idealizada vinculación de la primera mitad de su película con el mumblecore (¿»Frances Ha», «Celeste & Jesse Forever» o el cine de los hermanos Duplass y esta película en la misma línea?, bastante dudoso, por decir lo menos) para cerrar con unos fatales y más entusiastas “le pregunté a ChatGPT ideas de guión” y “fui desarrollando historias en el ChatGPT, pero todas eran muy mainstream, así que las íbamos achicando”.

En ese momento, mientras escuchaba como una IA tiene voz y voto en la creatividad de un guionista/director de cine, me vi ahogándome lentamente en mi butaca y sin derecho a una resurrección maligna. 

 

La vi durante el Festival SANFIC21, que se desarrolla en Santiago de Chile durante el 17 al 24 de agosto de 2025.

De la promesa a la tragedia: Lo que trajo la marea
1.5