Lovesong

Homenaje al tiempo

Lovesong, la última película de la directora So Yong Kim (For Ellen), es una honesta historia de amor entre dos amigas, que se gustan y aman en lo complejo y amplio de la palabra.

Sarah (Riley Keough), es una mujer joven casada con un hombre ausente y madre primeriza. Mindy (Jena Malone), es un ser libre, risueña y despreocupada. Ambas son amigas desde hace muchos años y emprenden un corto viaje que logra revalidar la amistad y cuestionar cual es el tipo de amor que se tienen.

Durante el viaje no hay grandes diálogos pero si intensas miradas, de esas tan fuertes que logran hacerte sentir un espía por presenciar algo tan íntimo, una extraña sensación de estar viendo a través de una grieta entre el muro. Como ese momento cuando se miran sentadas en el parque de diversiones en silencio, pero un silencio real despojado incluso de toda música. Da la impresión que ese fuera el momento exacto de inflexión en la amistad, en donde traspasan las confusiones en un anhelo ambiguo sin entender cuál es el siguiente paso a tomar.

Y ese es el eje principal de la película. La toma de decisiones. Las repercusiones que se deben asumir por tomarlas e incluso dejarlas, porque esa frase conformista “dejemos que las cosas fluyan y se resuelvan solas” nunca resuelve nada a nuestro favor. Lovesong es un homenaje al tiempo porque ejemplifica que las decisiones se deben tomar ahora. Que la teoría del caos no tiene nada de caótica y es bastante clara; Si te hubiera llamado, si hubiera escrito ese mail, seríamos una historia diferente.

Cada decisión que tomamos nos arma múltiples futuros variables, y en la infinidad de futuros variables también se multiplican nuestras posibilidades de re enamorarnos. Mindy jamás cuestiona su amor a Leif (su actual novio) y tampoco pone en duda su amor hacia Sarah. Porque en ningún momento es un drama de lucha entre amar a un hombre o una mujer. Es el conflicto de como el tiempo sana pero también cierra puertas. Nos libera y a la vez nos despoja de oportunidades.

Lovesong es una canción melancólica que nos señala que las emociones no son negras ni blancas, que el amor nunca ha sido categórico y que la amistad siempre carece de un único lenguaje. Que el tiempo avanza con o sin nosotros y sólo aquellos que están dispuestos a correr logran alcanzarlo.