Aquí se destruye: Cine El Golf

[ por: Andrés Daly ]

Si has visto «Aquí se Construye (o ya no existe el lugar donde nací)» (2004), el hipnótico arqui-documental de Ignacio Agüero («El diario de Agustín») sobre la destrucción del barrio donde vive un biólogo y profesor universitario al que le construyen un mounstro inmobiliario de varios pisos justo al lado de su casa; puedes «jugar» a reconocer las imágenes que, durante el metraje, se intercalan con esta historia para mostrarnos como algunos edificios-hitos que hoy ya no existen, caen en cámara lenta ante las palas mecánicas, los avatares del mercado, y el poco o nulo interés por proteger edificios que constituían parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Santiago; una ciudad que como sabemos, es en este aspecto eminentemente cortoplacista.

Entre todos ellos, se reconoce claramente al Cine El Golf, de noble fachada – probablemente la más lograda de todos los cines desaparecidos en Santiago – y que se ubicaba justo en plena Avenida Apoquindo. Si mal no recuerdo, la única película que alcancé a ver ahí fue, con pobrísima proyección y sonido, «Máxima Velocidad» («Speed»,1994); protagonizada por ese inmortal hombre de cera al que llaman Keanu.

«La película de Ignacio Agüero, «Aquí se construye (o ya no existe el lugar donde nací)», registra el transcurso del tiempo, en un espacio que se transforma al compás de los cambios que impone el mercado. En el filme, un residente de un barrio en la comuna de Providencia, en Santiago de Chile, observa y sufre la demolición de la casa contigua y la construcción de un edificio sobre el mismo lugar, a lo largo de dos años. A modo de epílogo, este habitante percibe que la luz que entra por las ventanas de su casa ya no es la misma, que casi todos sus vecinos se marcharon, y que hasta las colonias de pájaros emigraron. Sólo le queda mirar desde abajo a los nuevos moradores que se encaraman en los balcones del nuevo edificio.

Para su director, «Aquí se Construye» rescata un «sentir sobre la relación de cada individuo con su ciudad, su barrio, su casa y sus recuerdos». Este trabajo recoge y da forma a un sentimiento a flor de piel, «pero que difícilmente se expresa: la perplejidad e impotencia ante los muros que caen en una ciudad que siempre está cambiando y borrando su, o más bien, nuestra memoria», explica Agüero.

A la vez, el realizador destaca el valor del filme como cine documental: «Esta película es una muestra más de las infinitas posibilidades de este género narrativo, donde las imágenes de la vida real hablan por sí solas estableciendo particulares relaciones entre sí y con la emoción del espectador».

 

En la cinta no existe narrador, esta función es desarrollada por la pausada sucesión de los momentos cotidianos. Así, cobran importancia los pequeños actos de la vida que no pueden ser rotulados como grandes hitos o acontecimientos. De esta manera, señala el director, «se construye un espectáculo visual sin aspavientos, que se ofrece al público como si fuera su propia observación». – FUENTE: Nuestro.cl

Buscando y buscando alguna fotografía con que recordar mejor a este cine, fui a dar con el libro Barrio El Golf, un proyecto de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, donde aparecen fotografías de las elegantes viviendas que alguna vez existieron en ese barrio (reemplazadas por el muro cortina y los hombres de corbata) y por supuesto, esta notable imagen incluída en él:

«¿En qué momento se transformó en un centro de negocios y símbolo de modernismo? Pareciera que todo cambió en un abrir y cerrar de ojos, poco queda del proyecto de urbanismo fundado en los años 30..» – FUENTE: ED.cl

Por último, creo que vale la pena destacar estas imágenes de Pablo Valenzuela que pego abajo, fotógrafo que retrató la anónima (aunque colectiva) queja urbana/graffiti que apareció sobre el muro de madera que encerraba el terreno de la que fuera, una de las tantas casas demolidas del mismo barrio. Un sentimiento común al que se expresa también en esta fotografía, en el caso del muro que cubrió, como un velo, a otro Cine que ya no está.