Una película al día #87: “The Box” (2009)

Pacto con el diablo

[ por: Andrés Daly ]

Hace casi diez años, el director Richard Kelly, a los 27 años, sorprendió a medio mundo con una película llamada Donnie Darko (2001). Luego de adquirir el status de culto (bien ganado) y del incomprensible desastre titulado Southland Tales (2006), su segundo film, el cual uno observa sin saber si va en serio o no, Kelly vuelve a ponerse detrás de cámara para llevarnos a la dimensión cada vez más (des)conocida de su cine.

La historia de «The Box», original de Richard Matheson, trata de como un pareja suburbana y su hijo, los problemas económicos y un cierto desánimo por los sueños incumplidos, de los protagonistas Norma (Cameron Díaz, incapaz de actuar) y Arthur (James Marsden), hacen mella cuando, de la nada, un extraño con la cara parcialmente desfigurada aparece en la puerta para proponerles un trato. Mientras Arthur sueña con ser astronauta, pero de los que realmente salen del planeta (bueno, trabaja en la NASA, pero su futuro sigue siendo incierto), Norma le abre la puerta al misterioro caballero de negro, Arlington Steward (Frank Langella). El señor Steward trae una caja, que sólo tiene un botón, protegido bajo una cubierta acrílica. Las instrucción -demoníaca oferta y prueba a la moral- es simple: si Norma o Arthur apretan el botón, recibirán un millón de dólares en efectivo, y…una persona en el mundo morirá. Arlington se retira, la oferta esta hecha.

The Box
To kill or not to kill, that is the question…

No hay que ser científico nuclear -o astronauta- para saber que es lo que Norma (una Cameron Días eterna y falsamente compungida en su rol) hace o no con el botón y que las consecuencias -quizás la cara de Steward podría haber sido leída más detenidamente por Norma, ¿no?- no serán para nada agradables. Tampoco serán muy comprensibles.

Sally (Nancy Allen) grita por su vida en “Blow Out” (1981) de Brian de Palma.
¿CoincidenciNorma (Cameron Díaz) grita en “The Box” (2009), de Richard Kelly. Imagen vía: De Palma a la Mod.

Lo que hasta el momento parece cautivante en el papel, no lo es en pantalla, cuando los misterios se empiezan a multiplicar exponencialmente (LOST se queda corto en preguntas en comparación), vuelven las imágenes acuosas -¿de verdad Kelly?- extraños personajes sombríos que lanzan frases en código y una avalancha indiscriminada de elementos que no suman, sino que distraen completamente y parecen comprobar que esta historia se ha perdido a sí misma en su afán de perder al espectador.  En la Twilight Zone de Rod Serling y en magnífico blanco y negro, debe haber (o habría, no lo se) sido maravillosa, pero acá sólo se prueba, y por segunda vez, que Richard Kelly apretó un botón mágico cuando hizo Donnie Darko y estrechó hace diez años la mano de un genial demonio, pero desde entonces, está pagando sus culpas. Evitable.

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