Una película al día #12: “The Gauntlet” (1977)

[ por: Andrés Daly ]

«Miserable bitch. Shut up and go to sleep.» – Ben Shockley

Que policial-road movie más absurdo. Sin embargo, tengo que admitir, como se hace con los placeres culpables, que «The Gauntlet» (Ruta Suicida) me entretuvo bastante, sobre todo con los comentarios irónicos sobre la brutalidad policial, con los que el director y protagonista de la película – ¡el gran Clint Eastwood! – nos deleita en algunas secuencias.

Aunque publicitada como un policial, en la línea de sus «Dirty Harry» (Harry el Sucio), no tengo ninguna duda que a Clint le ardían las manos por hacer una comedia, mientras estaba detrás de la cámara.

El protagonista, el detective Ben Schockley (Clint Eastwood), es una especie de Harry Callahan un poco más tolerante, más carismático (pero en la escala de los personajes del hombre de la voz rasposa), y un tanto crédulo; e igualmente solitario, vicioso y machista como el viejo Harry. Un sujeto que construye la ley a su manera, totalmente sordo al eterno Chief of Police al que saca de sus casillas; Jefe con el que, en esta película, hace un poco más que «no escucharlo» al final de ella… saque ud. sus conclusiones.

"Nag, nag, nag"

“Cut the tourist crap, buddy, will ya?”

Lamentablemente,  Ben debe soportar (y el espectador que no ponga su televisor en Mute) a una chillona mujer que nuestro detective ha sido asignado para proteger. Ella es una prostituta de clase alta (Sandra Locke), que además es la testigo de un crimen – bastante trillado aquel plot – y que la mafia, obviamente, quiere eliminar a toda costa, ya sea explotando autos, atacando ambulancias, persiguiéndolos por todo el país, alquilando helicópteros, etc. La actriz que protagoniza a la testigo, fue elegida por dos razones: uno, su físico – exhibido gratuitamente en una gratuita escena arriba de un tren – y dos, ser la novia de turno de Eastwood; ella no hará más que gritar y mirar al personaje de Schockley con una cara mezcla de «deseo y espanto» (?), durante todo el metraje.

– You don’t even know if I’m good in bed or not…

– I’ll take that on faith.

Como siempre, cada línea de diálogo que sale de la boca del detective Shockley es una verdadera joya y una oda al policía duro que Eastwood hizo famoso; ese que no se afeita, que llega ebrio al cuartel de policía, que es capaz de robarle la moto a un grupo de treinta pandilleros tan sólo con su actitud y una Magnum en la mano. Hilarante.

La secuencia en que un escuadrón completo de policía demuele una casa donde se esconden Shockley y la mujer, tan sólo con las balas de sus pistolas y armas automáticas es la cristalización de la brutalidad policial llevada al rídiculo, es uno de esos momentos absurdos que recuerdan las frenéticas persecuciones de la satírica y musical “The Blues Brothers” de John Landis, que nos mostraba esa fantástica secuencia donde los autos de policía volaban por los aires y caían unos sobre otros, hasta transgredir lo que se entiende por «sentido común».

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Nues

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Convertir un bus en un tanque y luego en un queso groullere, donde finalmente Shockley logrará llevar su precioso cargamente al mismo cuartel de policía, es otro de estos interesantes y absurdamente violentos momentos, dentro de lo que es, finalmente, una película un tanto simple y bastante común, hecha tan solo para divertir… principalmente a su protagonista y director.

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