[ TRÍO ] Man of Steel (2013)

Nota del editor:  Como estamos de cumpleaños (ya son 3 años), celebraremos todo el mes. Iniciamos aquí «TRÍO», una nueva columna de cine en 35 milímetros. 

Una película, tres voces.

[ por: Luis Felipe Zúñiga

¿Qué nos identifica con una historia como la del súper héroe de capa roja y fuerza extrema? Que todos, en algún momento, anhelamos tener nuestro minuto de fama, ya sea protegiendo al desvalido, imponiendo la justicia donde no existe o, sencillamente, exhibiendo alguno que otro dote especial para asombrar a la multitud. A fin de cuentas, sobresalir ante la esfera pública a costa de algún talento es el mejor alimento para perpetuar el orgullo en el tiempo.

Confieso que la historia de Superman nunca me ha llamado mucho la atención. Por lo mismo, tampoco he seguido con esmero su desempeño a lo largo de los años en el cine y la televisión. Por tanto, salvo por la seductora pirotecnia desplegada en los últimos trailers aparecidos, me senté a ver Man of Steel con la conciencia libre de expectativas. Pero a medida que avanzaba el metraje, la sensación de estar presenciando otra tediosa película de súper héroes de capa caída no hizo más que acrecentarse.

La historia es súper simple y conocida: un recién nacido es enviado a la Tierra desde un planeta a punto de sucumbir. Adoptado por una pareja campesinos de Kansas, el ya crecido extraterrestre descubrirá que en sus extraordinarios poderes está la solución para proteger su nuevo hogar del maquiavélico plan diseñado por uno de sus más poderosos enemigos, el general Zod (un Michael Shannon excesivamente encolerizado). En base a aquella escueta sinopsis, el director Zack Snyder (300, Watchmen) construye un filme ampuloso, sobreabundante en recursos audiovisuales, que no da cabida a situaciones donde prevalezca la empatía. Así, los esfuerzos del espectador por adentrarse en los súper zapatos del privilegiado Kal-El (interpretado sin mayor chispa por el británico Henry Cavill), no perduran más que en pequeños episodios de relativa escala humana (como cuando un adolescente Superman salva al bus de su escuela de hundirse en las aguas de un río). Pero en lugar de privilegiar la historia con aquella emotiva cercanía con cierto dejo a la serie Smallville, Snyder opta por recargar cada secuencia con lo que mejor sabe hacer: orquestar agotadoras batallas épicas a punta de efectos especiales.

El resultado es tan desalentador como los anteriores filmes sobre el personaje. Porque si bien las dos primeras cintas estelarizadas décadas atrás por el difunto Christopher Reeve (Superman I y II) aprovecharon el privilegio que conlleva la novedad de la adaptación del cómic a la pantalla grande, ninguna podría considerarse una pieza magistral de cine. Y eludiendo aquellos dos siguientes esperpentos también protagonizados por Reeve y dirigidos respectivamente por Richard Lester (Superman III) y Sidney J. Furie (Superman IV), la historia que Bryan Singer intentó estabilizar en la fallida Superman Regresa (2006) Snyder termina aquí fatigándola. Como el buen súper inepto para contar historias que es. Y Man of Steel no es más que aquella incompetencia narrativa forjada en acero.

 

[ por: Alvaro Silva ]

Han pasado 75 años desde que el último hijo de Krypton inició su vuelo (aunque al principio sólo eran poderosos saltos sobre los edificios) y sus reinvenciones se han acumulado, superpuesto y complementado, y sin temor a equivocarme, puedo decir que Man of Steel puede sumarse tranquilamente a la larga mitología de Superman, porque reimagina su origen, características y transfondo, actualizándolo para el gran público (los lectores de cómics somos testigos de estos reinicios cada ciertos años). Por otro lado, vemos al fin a Superman en todo su esplendor, en una serie de secuencias de acción donde despliega el poderío que llenan las páginas de sus cómics, y ¡punto a favor! se entiende todo lo que está pasando. Gracias Nolan por mantener con la correa corta al loco de Snyder.

Los involucrados parecen comprender que están trabajando con uno de los personajes más importantes de esta mitología moderna llamada «comics de superhéroes» y arman el relato en base a sus características más identificatorias, todos aquellos puntos que hacen a Superman único. Eso si, planteando todos estos elementos de cara a un nuevo escenario en donde este tipo de historias se han tomado con insistencia el cine últimamente, como preparándose para una batalla más grande.

Porque Superman es el molde de donde todos los demás superhéroes salieron (aunque hayan muchos personajes que evolucionaron de forma más interesante que él) su regreso al cine obligatoriamente era esperado con ansias y expectativas. En este nuevo escenario donde la amistosa rivalidad editorial de Marvel y DC Comics ya saltó al cine (y al bluray, las consolas, los dibujos animados, y las multitiendas) Man of Steel es un entretenidísimo contraataque contra Tony Stark y toda su compañía, y un festín de adrenalina y destrucción, con una historia que funciona dentro de las reglas de este nuevo supergénero. Sólo queda esperar a ver cual es la próxima amenaza que nuestro kryptoniano favorito debe enfrentar. Y si al fin se une a cierto millonario obsesionado con los murciélagos y otros supertipos en mallas. Porque algo hay que tener claro: Vamos a tener Superman para rato. ¡Up, up and away!


[ por: Andrés Daly ]

«Ahora, sería bueno que el pequeño Zack lea con cuidado el guión de Superman entregado a sus manos recientemente por la confiada Warner Brothers, pruebe su fuerza de voluntad, guarde el pote de manjar y dosifique con criterio su gula audiovisual dándole algún tipo de sentido, adaptando el guión –que esperamos sea bueno- a la línea de sus sensibilidades comiqueras – que muy bien le hicieron a la notable 300 y la ambiciosa y mixta Watchmen – y olvidándose de una vez por todas de mostrarnos sus fantasías adolescentes de medianoche, entretenidas algunas, pero finalmente de poco espesor.

Dicen que la gula es un pecado capital.»

Así terminaba mi crítica a ese mojado y ridículo sueño nerd/gamer llamado “Sucker Punch” (2011), largometraje anterior de Snyder, en un texto publicado aquí en 35 milímetros. Año y medio después de ese temor fundado, afortunadamente, veo que Jonathan y Christopher Nolan, junto al guión de David Goyer, lograron afirmar las riendas sobre el anteriormente desbocado Snyder, en lo que es un estupendo reinicio para el personaje de Kal-El/Clark Kent/Superman.

Reconozcamos que el director se enfrentaba a una tarea bastante ambiciosa pues Superman, antes que Batman y la siempre postergada Mujer Maravilla -¿quién será el osado/orate/suicida que intente su primera adaptación cinematográfica?- es nada menos que la piedra fundacional de la sagrada trinidad de héroes de la DC, figuras protagónicas que han alcanzado a estas alturas, 75 años después, una estatura mítica que los separa de otros de la misma casa de viñetas y de la de su rival. Snyder tenía, eso sí, una pequeña ventaja: peor que la versión de Brian Synger (Superman Returns, 2006), con ese superhéroe estático, apesadumbrado, errático y voyeurista -enfrentado a un Kevin Spacey en clave de clown- difícilmente podría hacerlo.

Donde “Man of Steel” logra superar ampliamente las expectativas de los trailers -que perforaron permanentemente las retinas de quien escribe- es en el concepto que reinventa al héroe y cruza en el montaje a casi todo el film: esta vez el héroe corresponde, realmente, más a un alienígena inmigrante, en un cuerpo similar al de un ser humano (si ud. tiene al gimnasio por segundo hogar, claro), que al previamente visto en las encarnaciones de Donner y Synger. En estas últimas sólo teníamos a ese periodista bobalicón aunque encantador de Reeves y a “Superman”, un romántico y casi perfecto superhéroe aceptado sin mayor duda ni cuestionamiento por todo el mundo.

Pero, ¿cómo se lidia con un hombre indestructible y todopoderoso? ¿cuáles son sus intenciones y lazos con el planeta en el que ha vivido encubierto por más de 30 años?. Por fin, esta película encuentra una forma de ligarnos de forma realista -vaya contradicción- a un personaje antes inalcanzable y bonachón, planteando preguntas (que no responde o sigue totalmente) y  cambiando nuestras expectativas con sus relaciones con personajes anteriormente relegados en los relatos, como por ejemplo, Louis Lane (Amy Adams). Man of Steel otorga finalmente espesor a la relación de esta evidente figura mesiánica con dos estandartes masculinos, los de sus dos padres (Russell Crowe/Kevin Costner). Clark/Kal-El es, pues, un hijo solitario y huérfano de un mundo extinguido, que lleva -literalmente- dentro suyo como una semilla de un futuro posible, pero que no puede evitar asumirse, naturalmente, como el anónimo norteamericano sureño –de Kansas nada menos- en un mundo cada vez en mayor peligro. ¿Cuándo se da un paso adelante? (pregunta que Nolan ya tocaba en «Batman Begins») y ¿qué tanto conoce el alienígena a los seres humanos?. Por lo que se verá, bastante bien, pues intuye que no les será fácil confiar en un ser capaz de aplanar espectacularmente media ciudad Metrópolis con sus puños, mientras intenta defenderla del único hombre en el universo -un patriota, un lunático- que lo vincula directamente con su pasado y con el primero de los dos padres que ya perdió. Prometedor nuevo punto de partida.