The Thin Line

Entrevista a su director

[ por: Giles Roberts ]

La ciudad está construida en base a líneas, estas nos guían y dirigen con tal naturalidad que pareciera que hemos nacido para seguirlas. Michel Gajardo Caselli director del cortometraje documental “The Thin Line” (La delgada línea) construye en base a este enunciado una reflexión sobre la estabilidad en la vida y los caminos que elegimos para conseguirla. El protagonista de su historia podría considerarse un disidente o un valiente dependiendo de con qué prisma se mire, pues es un australiano funambulista que desafiando las rigidez de los trazos urbanos camina diariamente sobre una cuerda floja atada a los semáforos de la ciudad.

¿Cómo surge la idea de “The Thin Line”?

A principios del 2010 venía prácticamente recién regresando a Chile luego de casi 7 años viviendo en Europa. Mi última parada había sido Madrid y ya en ese entonces la crisis se sentía muy fuerte en el ánimo de las personas. El modelo de bienestar se resquebrajaba y con ello el espejismo de que en el mundo desarrollado la estabilidad es algo incuestionable. Hoy por desgracia a un año y medio de mi regreso la cosa por allá está peor. Tengo muchos amigos sufriendo por eso. Luego acá me encuentro con el terremoto y nuevamente la estabilidad o la falta de ella como concepto, ahora de manera literal, se imponía con fuerza. Por una coincidencia fue entonces que un amigo me habló de Tito, el protagonista de mi película, y cuando lo vi por primera vez caminar sobre la cuerda floja junto a una pila de escombros en un semáforo supe que tenía todos los ingredientes de esta historia.

La ciudad de Santiago es otro de los protagonistas de este cortometraje documental, pero ¿podría haber sido otra?

La verdad es que uno aspira a que sus historias sean universales y creo que eso se logra en esta pieza audiovisual a pesar de que, como tu bien dices, Santiago es el escenario que da sustento a esta historia. Pero sí, podría haber elegido otra ciudad. Tito viaja mucho, y se podría haber dado esa situación. En general casi todas las ciudades que he conocido tienen la característica de que, ya sea por su diseño urbanístico o por cómo han sido posteriormente ocupadas por las personas, de alguna u otra forma tienen trazos o líneas muy definidas que separan por ejemplo a los acomodados de los humildes, a los con aparente éxito de los aparentemente  fracasados, tal como si esto fuera la escala mayor de un fractal que comienza en la experiencia particular de vida de cada persona. En Santiago de hecho aun hablamos de Plaza Italia como “el” hito por el que cruza una especie de línea invisible que parte la ciudad en dos. Eso a Tito le llamó mucho la atención. Me imagino que al ser extranjero y ver nuestra realidad con otros ojos seguramente hubiese colocado la línea en otro sitio. No lo sé.

¿No se lo preguntaste?

La verdad es que no porque en cierto sentido me lo expresó de otra forma. Para él todos llevamos a cuesta una línea o intentamos seguir una línea en los diferentes momentos de nuestra vida. Intentamos aferrarnos a ella. Las líneas en la ciudad entonces parecen funcionar también como un recordatorio de esa búsqueda de estabilidad. En esa reflexión coincidimos plenamente y es por eso que toda la realización de este trabajo fluyó muy bien.

Hablemos entonces del proceso de rodaje. Coincidían en los temas pero se habrán encontrado con dificultades.

Mira, la verdad es que Santiago para grabar es una ciudad bastante amistosa. En Londres por ejemplo, donde viví 2 años, no hubiésemos podido filmar lo que filmamos. Recuerdo que estando allá puse en una oportunidad un trípode en una estación de trenes y a los pocos segundos tenía 4 polis encima invitándome a guardar mis cosas. En España si no cortaba la calle o no armaba mucho jaleo quizás no me pedían el papel con el permiso del ayuntamiento. Pero aquí en Santiago, en la escena de Plaza Italia por ejemplo, hablamos con el Carabinero que dirigía el tránsito en la esquina y nos autorizó para colgar un rato la cuerda en la mitad de la calle. Por suerte que nadie chocó por nuestra culpa. Y cuando no teníamos permiso tampoco tardábamos tanto como para que nos vinieran a echar la verdad sea dicha. Solo un par de veces llegaron guardias a pedirnos que sacáramos la cuerda, y ahí pasaba algo bien curioso. La gente que se paraba a ver el espectáculo de Tito nos defendía y reclamaba al guardia argumentando que no estábamos haciendo nada malo. En el fondo querían seguir viendo a este flaco excéntrico arriesgar su vida, o al menos la integridad de unos cuantos huesos.

Cuéntame un poco más sobre esas reacciones ¿Qué pasó con la gente al ver a Tito sobre la cuerda?

Las reacciones de la gente, bien temprano en el proceso de grabación, me demostraron que la cuerda floja, a diferencia de otros espectáculos de arte callejero funciona no solo como una performance sino más bien como una instalación urbana. Algo parecido a lo que lograba Christo Javacheff el artista búlgaro americano que empapelaba los edificios emblemáticos de las ciudades para revivirlos a la percepción de los transeúntes. En el caso de Tito, al estar la cuerda amarrada a 2 objetos del mobiliario o paisaje urbano como por ejemplo un semáforo, un poste de luz o un árbol, es capaz de transformarlos en algo nuevo al descontextualizar su función original. Aparecen como parte del acto, cobran nueva vida y eso le entrega una belleza especial a la ciudad. Ya no se ve tanto como un lugar por el que hay que pasar por obligación, sino que también aparece como un lugar donde ocurren otras expresiones humanas que redefinen los espacios. El ejemplo más claro son los amantes en los parques. Al verles a veces desafiando el Kama Sutra no solo aparece el pasto y los árboles como tales en medio de la ciudad, sino que como sinónimo de pasión. Por otro lado el acto de Tito en sí es muy valorado porque requiere de una destreza impresionante. Yo intenté subirme a esa cuerda y me saqué la cresta.

El personaje de Tito caminando sobre la cuerda floja puede además interpretarse como una caricatura perfecta para criticar la forma en que planificamos la estabilidad en nuestras vidas.

Pero lo curioso es que Rob “Tito” Cartwright es una persona real y no una caricatura, pienso que ese es uno de los grandes valores de esta historia. En sociedades como las nuestras en que se promueven los valores de la revolución industrial, es decir el ser y hacer algo útil para la sociedad, pero además hacerlo dentro de los cánones “normales” de estabilidad inmediatamente empuja y cataloga a los que hacen cosas diferentes como Tito y su cuerda floja como los aventureros, el vividor, el perrifláutico, incluso el irresponsable o inmaduro. Pero luego si te das el tiempo de profundizar un poco y en el caso de Tito de conocer su historia te darás cuenta que lo que hace, lo hace porque tomó una decisión de vida, y que para desarrollarla necesita mucho trabajo, talento y preparación como cualquier otra persona que lucha por ser bueno y profesional en lo que hace. Lograr llevar a cabo ese proyecto día a día es su forma particular de construir estabilidad. De hecho el sospecha que es una de las cosas que también valora la gente al verlo actuar. De alguna forma las personas se identifican con el hecho de que hay que luchar por mantener el equilibrio en la vida. Algo que Tito en los 40 segundos de la roja en los semáforos ejemplifica muy bien.

La narración del documental está a cargo de su protagonista Tito. ¿Cómo construiste el guión?

Invité a Tito a una conversación grabada tomando como punto de partida su experiencia en los semáforos. Poco a poco entramos en la profundidad de los temas que me interesaban. Tenía mis hipótesis respecto al significado de su arte y como en todo trabajo documental la película finalmente expone los resultados de contrastar esas hipótesis con la realidad a la que te quieres aproximar.

Desde el punto de vista visual ¿cómo fue el proceso de construir tu película?

Siempre en mis realizaciones parto definiendo un sistema de imágenes que aporten al subtexto de la narración. Acá tenía claro los conceptos de contraste, fragilidad, y de ver a Tito desde el punto de vista de un observador casual en la ciudad. Sobre esos ingredientes construí lo que finalmente se ve en “The Thin Line”.

Háblame también de la música. En el proyecto colaboró contigo Tonossepia componiendo la banda sonora.

Así es. El cuerpo de trabajo de Tonossepia está arraigado profundamente en lo urbano así que me pareció muy oportuno invitarlo a crear en este proyecto. Estoy muy agradecido de que haya aceptado. Lo pasamos muy bien. Le transmití los conceptos que definían la historia y el los tradujo de manera impecable en paisajes sonoros para llevar la narración a un nuevo nivel. Fue una lástima no haber podido contar con su presencia para el estreno. Teníamos pensado que tocara en vivo intercalando sus sonidos con la performance de Tito y que ambos fueran reaccionando a lo que el otro iba haciendo. Finalmente Tito actuó solo frente a los asistentes en el hall del Cine Arte Alameda y fue muy bonito para todos.

Cuéntame sobre eso. Estrenaste en el Cine Arte Alameda. ¿Qué sigue en tu plan de difusión para “The Thin Line”?

Roser Fort, a quien aprovecho de agradecer públicamente su hospitalidad para con mi cortometraje, me ofreció representar la película a través de Gitano Films en todos los festivales y mercados de su red. De hecho lo primero en la agenda se viene muy pronto con Ventana Sur, el mercado fílmico que se celebra ahora en la primera semana de Diciembre. Además, estamos conversando para ver qué otras exhibiciones públicas podemos coordinar en sus salas al margen de los circuitos de festivales. Ahí hay toda una estrategia que se está planificando.

¿Tienes otros proyectos en carpeta que puedas comentar?

Siempre tuve pensado hacer de este concepto de historias urbanas una serie. “The Thin Line” es el primer capítulo. Quiero tomar este estilo de “perfiles” que está bastante de moda pero darle un giro al extrapolar lo que piensan y sienten los personajes de las historias con la ciudad en su conjunto. Mi idea y objetivo como realizador es ser consecuente con ese mandato no escrito al que somos convocados los creadores artísticos. La misión de capturar y transmitir los nuevos imaginarios colectivos que nos definen como sociedad. Tengo la aspiración de que esta serie de historias que tienen la ciudad como escenario principal sean un aporte en esa dirección.

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