Dossier Joel & Ethan Coen: Quémese después de leerse

La paranoia contemporánea

[ por: Micheell Toledo V. ]

Osborne Cox

Si alguien me preguntara en este momento de qué se trata “Burn after Reading” no sabría que responder. Lo único que podría decirle a ése hipotético individuo es que es una película sobre espionaje, y que realmente es casi lo único que entendí. Y eso es lo que hace a esta película una comedia tan delirante e hilarante, que no queda otra opción que participar del juego creado y seguirlo optando por no quedarse atrás.

Las aristas principales que presenta la cinta tienen relación con un tema muy potente dentro de Estados Unidos durante el siglo XX y XXI, y que es la paranoia del “gran hermano”. Esto era más característico durante la guerra fría, y es de donde nacen las primeras referencias de este film, pero más cercano, a la paranoia creada post 11/S. Después de la caída de las torres gemelas, la televisión y el cine tuvieron que cambiar su forma de apuntar y recrear el mundo que los rodeaba. Series como “Lost” y “24” vinieron a ser parte de ese acontecer, o documentales como “Farenheit 11/09” o “Zeitgeist” vienen con un mensaje que nos sorprende, que nos hace entender de una manera más lógica el mundo en el que nos encontramos atrapados, en el que estamos siendo vigilados. Y es precisamente esta paranoia lo que a veces hace que el mundo gire, y muchas veces sin sentido.

Una sátira que funciona como un reloj suizo para mostrar las incoherencias y las exageraciones de una sociedad que se encuentra en problemas, pero sus problemas no sólo radican en sus temores por lo que pueda acontecer en el mundo exterior, sino que por sus miedos internos, y que de alguna manera terminan por obsesionar a cada uno de los personajes de la película. Porque la obsesión y la paranoia son las características principal de la sociedad norteamericana del siglo XXI. Contemporánea, moderna, tecnológica, sí… pero demencial.

Linda Litzke
Linda Litzke

Osborne Cox (interpretado por un hilarante John Malkovich) es un agente de la CIA que es despedido por su problema con el alcohol, y que al salir del trabajo se obsesiona con escribir sus memorias. Su esposa (Tilda Swinton) está aburrida de la vida matrimonial, ya que no le ofrece la seguridad y estabilidad necesarias para poder vivir, por lo que su objetivo principal es divorciarse de Cox y sacarle hasta el último peso. Su amante, Harry Pfarrer (George Clooney), es un adicto al sexo, quien está casado, pero no puede contener su propia esencia. Después de tener relaciones sexuales se pone a trotar, su proyecto personal es una silla con un dildo para su esposa, pero a ella la sigue amando. Linda Litzke (Frances McDormand) trabaja en un gimnasio y está obsesionada por realizarse varias cirugías plásticas, mientras que su compañero Chad (uno de los mejores papeles de Brad Pitt) piensa que está involucrado accidentalmente en una de las fugas informáticas de la CIA más grande de todos los tiempos. Sin contar al genial Richard Jenkins como Ted, quien está profundamente enamorado de Linda. Son todas estas obsesiones (apariencia personal, sexo, dinero y conspiraciones políticas) las que los Coen presentan como los miedos de la sociedad norteamericana. A diferencia de otras películas, en donde las características de los personajes tienen que ver fuertemente con sus propias raíces e idiosincrasia, en este caso los personajes son mucho más comunes, pero fuertes en términos de que se disfrazan bajo ese cinismo, esa locura que mueve hoy en día a su propia sociedad, y de la cual, los Coen son capaces de reírse.

Harry Pfarrer
Harry Pfarrer

Es difícil aceptar los propios errores y tratar de transformarlos esperando mejorar. Es más difícil aún aceptar los defectos personales (sociales) y reírse de ellos. En fin, “Burn after Reading” trata finalmente sobre algo, que tal vez  no se pueda explicar claramente, pero que implícitamente menciona los temores y obsesiones generalizadas de la población norteamericana. Pero de alguna extraña manera, ésta película logra enseñarnos algo más profundo que su propia trama de enredos, y es que simplemente la inteligencia es relativa.

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